Estos hoteles se ubican preferentemente en las zonas corporativas de las ciudades, lo que facilita el desplazamiento y el acceso a productos y servicios conexos a la actividad corporativa, como lo son el comercio en general y los servicios financieros, teniendo en consideración el fácil acceso a ellos y la seguridad en la zona.
El crecimiento del sector inmobiliario corporativo no se enmarca solo en el desarrollo de proyectos de edificios de oficinas. De manera complementaria y con un dinamismo evidente, también se encuentra el despliegue de proyectos hoteleros de corte ejecutivo, oferta dirigida principalmente al viajero de negocios.
Estos hoteles se ubican preferentemente en las zonas corporativas de las ciudades, lo que facilita el desplazamiento y el acceso a productos y servicios conexos a la actividad corporativa, como lo son el comercio en general y los servicios financieros, teniendo en consideración el fácil acceso a ellos y la seguridad en la zona.
El incremento en el inventario de oficinas corporativas tiene relación con la apertura de nuevos hoteles de este tipo, hallando ambos negocios en un positivo clima de inversiones el mejor indicador para su desarrollo.
El negocio hotelero es otro donde prima la ubicación (location, location, location), debiéndose explotar las sinergias con las zonas corporativas ya consolidadas o en vías de desarrollo. La diversidad de la oferta en este rubro está marcada por la operación del hotel, observándose en estos una especial atención en las comunicaciones (la conectividad es vital) y un agradable ambiente de trabajo, sin desprenderse del confort y facilidades para el descanso.
Las condiciones para llevar a cabo un proyecto de hotel ejecutivo no solamente se dan en base a la estimación de la demanda, también es necesario observar otras condiciones ligadas a la viabilidad del proyecto, condiciones sujetas a la normativa vigente y a la existencia de terrenos desarrollables para este tipo de emprendimiento. Es aquí donde deben confluir las motivaciones tanto privadas como públicas, con el objetivo de presentar proyectos que darán valor agregado a las zonas donde se desarrollan (atractivo visual, dinámica comercial, consolidación, entre otros), a cambio de menor burocracia y mejores tiempos de respuesta por parte de los gobiernos locales por ejemplo.
Este tipo de inversión no es menor, pues considerando un costo base de US$ 100,000 por habitación -sin meter en la fórmula el precio del terreno- y como negocio de largo plazo, suma en el desarrollo de distintas instancias que aportan al crecimiento económico, como el sector construcción y el comercial, solo para citar dos de ellas.
El entendimiento del negocio inmobiliario como parte del crecimiento integral de las ciudades, permitirá identificar las oportunidades y variaciones que se pueden aplicar según las necesidades y planificación que cada una de ellas tenga. Las sinergias y complementos entre los diferentes emprendimientos (proyectos) siempre tendrán en cuenta el panorama actual y las proyecciones a futuro de determinados nichos, el asumir riesgos es implícito y marca la diferencia entre actitudes como el ser anti-cíclico cuando la fase del mercado no es favorable.
El constante crecimiento del mercado de oficinas en Latinoamérica encuentra hoy a algunas ciudades mostrando sobreoferta del producto. Sin embargo, ciudades como Quito –con sobreoferta de oficinas- tienen también déficit de oferta hotelera, pudiendo identificar aquí una oportunidad de desarrollo, y una oportunidad de no contribuir la desaceleración.
REAL ESTATE COMMERCIAL
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